En el siglo XIX, los fallos carnavaleros solían derivar en verdaderas batallas campales, como la que protagonizaron –a fierrazos, pedradas y guitarrazos- los Charrúas Civilizados y Los Caballeros de la Noche una vez conocidos los fallos del tablado Saroldi correspondientes al carnaval de 1891. Sin embargo, contrariamente a lo que podría pensarse, semejantes trifulcas no estaban motivadas por intereses de tipo económico ya que los premios en metálico recién se empiezan a imponer en el Novecientos. Por ahora, lo que está en juego son medallas, coronas de flores y, en el mejor de los casos, los ‘objetos de arte’ que ofrecían algunos tablados.
Todavía en 1902, los vecinos del tablado de Constituyente y Timbó otorgaron en su fallo los siguientes premios: Los Bohemios, dos artísticos jarrones; Siamo diversi, bandeja de porcelana y cristal rosado; Los del Caño, elegante tarjetero, y para Los Hijos del Celeste Imperio, un magnífico necessaire en cuero de Rusia. Al repasar datos como estos, no puedo menos que preguntarme qué habrán hecho los Amantes al Salchichón con la ‘finísima percha de pie confeccionada en ébano’ que se ganaron en 1901 en el tablado de Justicia y Nicaragua.
