El protagonismo de nuestras antepasadas en el carnaval del siglo XIX no se limitó a la activa participación femenina en el juego con agua y en los bailes de máscaras. Junto a esas diversiones, las agrupaciones de mujeres fueron ingrediente infaltable en los carnavales de las décadas de 1870 y 1880. En efecto, a diferencia de lo que ocurriría luego bajo la impronta disciplinadora del Novecientos, todavía en 1884 veinte de las setenta y nueve agrupaciones que animaron el carnaval de ese año, correspondieron a comparsas femeninas.
En ese contexto, la prensa de la época da cuenta de una variada de gama de propuestas entre las que se destacan las ‘comparsas de señoritas’ que, como Las Tentadoras, Las Irresistibles, Las Misteriosas o Las Hijas del Amor, desparramaron encanto y seducción en los corsos y desfiles de entonces. Pero junto a ellas también abundaron los desplantes de chispa y picardía de señoras y matronas que salieron a las calles a hacer de las suyas organizadas en agrupaciones tales como Las Vejestorias, Las Jubiladas, Las Viejas Chochas, Las Antiguallas, Viejas Infernales o Las Cotorras y sus derivados: Las Cotorritas y Las Cotorronas.
En la previa a los festejos de 1878, un periódico anunciaba la presencia en ellos de ‘unas viudas retiradas / de la calle de Ibicuy / que sin mucha ceremonia / a cualquiera dan el sí’. Y por esos mismos años, las andanzas de Doña Temístocles configuran un claro ejemplo del envidiable buen humor de las veteranas de antaño. Batuta en mano, en 1872 la renombrada Temístocles había encabezado una ‘comparsa polleril’ titulada Las Viudas de Sorongo’ e integrada por una pandilla de alegres ‘jamonas’, y años más tarde volvió a cosechar risas y aplausos al frente de Las Ecuménica que en el carnaval de 1876 entonaron este Canto Guerrero:
‘¡A la carga compañeras
que está lleno el Coliseo!
¡A gozar del zandugueo
que se viene la vejez!
Y con untos y pinturas
y abultando lo faltoso,
desde el pavo al mejor mozo
que se rinda a nuestros pies.
¡Ecuménicas! ¡Corramos!
que aunque jamonas solteras
las horas más placenteras
No debemos olvidar.
Y antes que andar con falderos
y visitar sacristanes,
con los más finos galanes
lancémonos a bailar’

Aparece en el libro Memorias de la Bacanal de Milita Alfaro. Ediciones de la Banda Oriental, 2008
👀 Disponible en la colección: http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/48496