Milagros de Ansina

  El amor por la música que une a los afrodescendientes del mundo es una suerte de hermandad sin fronteras. De ella da cuenta el entusiasmo con que Duke Ellington escuchó a Santiago Luz y su clarinete en ocasión de su pasaje por Montevideo, o el toque de ‘candombe samba’ que la cuerda de tambores de Bantú compartió con Gilberto Gil en Niza y que Perico Gularte recuerda como ‘una maravillosa comunión’.

   También habla de eso un episodio que Tomás Olivera Chirimini me contó hace unos años y que quiero compartir aunque tiene y no tiene que ver con carnaval. Transcribo entonces el relato de Tomás que dice así:

   ‘Yo no sé si te acordás que en el año 57 vinieron Los Plateros a Montevideo… Bueno, el 1º de setiembre de 1957 Los Plateros estuvieron en Minas 1033 compartiendo una tarde de candombe con los tambores de Ansina. A mí se me había ocurrido la posibilidad de traerlos a mi casa y, aunque parecía una locura, logré ponerme en contacto con ellos en el hotel, en el Victoria Plaza. No le dije nada a nadie. Primero, porque tenía la duda de si vendrían o no, y además porque no quería que se juntara todo el barrio. Así que hablé solo con los muchachos que iban a traer los tambores y me fui al hotel a buscarlos. Resulta que me estaban esperando y vinimos en dos taxis. Vinimos por la rambla y entramos por Minas, y la calle estaba tranquila, no había nadie. Yo dije: ¡Qué suerte, nadie sabe nada! Para qué… fue parar el coche y empezó a salir gente de todos lados. Gritaban en las esquinas: ¡Los Plateros! ¡Los Plateros! Había un partido en la cancha Palermo, un partido de la Liga, y de repente uno gritó: ¡Están Los Plateros en lo de Chirimini! Chau, se terminó el partido. La gente se vino en tropel, aquello fue una invasión. Yo tenía miedo de que se asustaran y se fueran, pero no, para nada, estaban encantados. No sé cuánto pasamos tocando, ellos en el piano y con los tambores. Se reían, saludaban a la gente. Eran muy sencillos porque eran de origen muy humilde, y cuando vieron a mi abuela, a mi madre, a mi familia… Oyeron que a mi abuela le decíamos ‘mama’ y enseguida fueron a abrazarla: ‘¡Mama!¡Mama!’ Sintieron esa cosa de familia, de barrio, y era como si nos conociéramos de toda la vida… Los Plateros con los tambores, tocando acá en este piano, ¿te das cuenta?’

   Todavía me acuerdo del gesto de Tomás acariciando el piano, como si en ese contacto recuperara la magia de aquella tarde.

Imagen de ‘Los Plateros’ recuperada de: https://mrchilk.wordpress.com/

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