El Gran Tuleque

Cuando en abril de 1960 el elenco de El Galpón estrenó la primera versión de El Gran Tuleque en la vieja sala de la calle Mercedes algo cambió en la cultura uruguaya. Por entonces, teatro y carnaval conformaban mundos distintos y distantes, incluso antagónicos, según las opiniones más recalcitrantes y conservadoras.

En contraposición con esas visiones, los 60 fueron años de cambio cultural y de revalorización del arte popular, y en ese contexto, el director Ugo Ulive rompió con viejos prejuicios, poniendo una murga arriba de un escenario teatral.

Para concretar su proyecto convocó a Mauricio Rosencof, quien ideó una ‘comedia musical a manera de murga’. En ella se contaban las andanzas de Tuleque, personaje central interpretado por Blas Braidot, a través de un espectáculo murguero al que Carlos Maggi y Enrique Almada le pusieron letra y música. Entre los actores y actrices que asumieron el rol de murguistas figuraron Manuel Tenuta como director y Júver Salcedo como animador, mientras que el coro estuvo conformado por Rosita Baffico, Villanueva Cosse, Adela Gleijer, Eduardo Freda y Amanecer Dotta. A su vez, hubo rubros en los que fue preciso recurrir a expertos en el género: un director de coro, tarea que desempeñó Walter Fernández (allegado a Patos Cabreros), y los tres integrantes de la batería a cargo de Luis Vinella en bombo, Arjona en platillos y el Chiquito Roselló como redoblante.

Pese al entusiasmo con que todo el mundo se sumó al proyecto, hubo momentos de vacilación en la gente que venía del palo del teatro y se preguntaba qué pasaría con toda aquella aventura. Finalmente, cada noche terminaba primando el disfrute contagioso que empezaba con el inicio mismo del espectáculo, porque la murga entraba a la sala cantando desde el hall, en medio del estallido de colores que Carlos Pieri había ideado como vestuario. Sin embargo, hasta un entusiasta como Júver Salcedo que había pasado su niñez trepado al tablado del barrio, decía hace unos años: ‘Entrábamos por los pasillos de la platea y en las butacas ibas reconociendo gente, amigos, colegas. Me acuerdo que una noche estaba Victoria Almeida, una muy buena actriz que era compañera mía de radioteatro. Estaba sentada en la platea, me vio e hizo un gesto que… Había gestos que te mataban, te fulminaban. Vos decías: por favor, ¿qué estoy haciendo acá?’

Además de gestos, hubo desplantes como el del espectador que una noche, a poco de iniciada la función, se levantó ostentosamente de su asiento y abandonó la sala, declarando a voz en cuello que había ido a ver teatro y no a una murga. Y también hubo una catarata de críticas especializadas que, casi por unanimidad, destrozaron el espectáculo repitiendo una y otra vez que, sin perjuicio de cierto ingenio popular, la murga no era arte y nada tenía que hacer en el recinto sagrado del teatro.

Hoy en día, ahora que semejantes juicios despiertan una sonrisa incrédula y compasiva, vale la pena recordar a las pioneras y los pioneros que tuvieron la audacia de imaginar el futuro.

🎞 Imagen: elenco de El Galpón luciendo el estupendo vestuario que Carlos Pieri diseñó para la obra. Institución Teatral El Galpón
© Alfaro, M. Curtidores de Hongos. Misteriosa leyenda; 2012.
Museo del Carnaval CAF – banco de desarrollo de América Latina

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