Así se llamaba una de las comparsas que, junto a Los 32 sin boina, Los dragoneadores de Ramírez, Macacos Inocentes y Los amantes de Catalina, desfiló por las calles de Punta Carretas en el carnaval de 1902. Todos sus integrantes formaban parte de la sociedad Parva Domus Magna Quies, ‘reinado espiritual del buen humor’ que nació a fines de la década de 1870 conformando la singular ‘república’ de juguete –con Presidente, Ministros y hasta Cuartel de Bomberos- que llega hasta nuestros días.
Desde sus inicios, la institución cultivó una peculiar concepción de lo lúdico que aflora en su significativa marginación de la mujer, en las estrafalarias vestimentas diseñadas por cada ‘ciudadano’ para usar dentro del territorio de la ‘república’ o en las inverosímiles ‘sesiones de gobierno’, seguidas de opíparos banquetes y de infinidad de ceremonias que servían de pretexto a los parvenses para comer, beber y divertirse.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, numerosas crónicas de época recrean las andanzas de la Parva en carnaval. En 1889, por ejemplo, destacan la presencia de la ‘murga’ que cantó acompañada de un acordeón, un bombo, dos clarinetes y un trombón, y en el mencionado carnaval de 1902, transcriben las disposiciones emitidas por el Presidente de la República, su Ministro de Gobierno y el Intendente municipal en relación con el desarrollo del desfile: ‘durante su trayecto, se hará algazara con cantos, gritos, rebuznos, etc. También se amenizará el corso con músicas, cornetas, pitos y flautas, menos con ruidos sordos’, agregando que el cortejo estaría presidido por ‘el Conde de las Dalias que irá montado en una mula disfrazada de burro’.
Asimismo, acorde con las funciones asignadas, el Jefe de Policía de la Parva emitía año a año el correspondiente Edicto de Carnaval (http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/51758) que en 1897 establecía lo siguiente:
‘1º.- Todo ciudadano parvense o extranjero que penetre en el territorio de la Parva está obligado a llevar por lo menos una nariz postiza sobre la nariz natural que ostenta.
‘2º.- Es permitido el disfraz en cualquiera de sus manifestaciones.
‘3º.- Queda permitido de manera ilimitada el juego de Carnaval como se usaba en los tiempos primitivos de nuestra civilización.
‘4º.- La hora del primer cañonazo (8 a.m.) será la señal de empezar el juego, debiendo cesar después del cañonazo de las 9 p.m., pudiendo sin embargo continuarse con jeringas, tristeles y otros aparatos de mayor o menor magnitud.
‘5º.- Durante las horas hábiles se podrá usar desde el balde de madera antiguo modelo, hasta los lebrillos catalanes, tinajas, latas de lavar platos, bombas de diario, etc.
‘6º.- Como el espectáculo será exclusivamente para machos, queda terminantemente prohibido el uso de pomitos, serpentinas, mariposas, confites, flores y similares que tiendan a afeminar el sexo.
‘7º.- Los que infringieran el artículo 1º y el 6º serán multados con una botella de cognac.
‘8º.- De las 4 a 6 p.m. se recibirán comparsas, máscaras y troveros en el boliche o en la glorieta.’
En 1917, la Parva inauguró el magnífico edificio de Bulevar Artigas 136 donde hoy sigue funcionando y, probablemente, añorando viejos tiempos.

Sin datos precisos para afirmarlo, se estima podría ser una de las agrupaciones de la Parva Domus.
Fotografía estereoscópica del año 1904/1905 Colección. Diego Pereira