En 1932, cuando hubo que reemplazar al finado Lametz al frente de corsos y desfiles, la Comisión Municipal de Fiestas optó por un popular canillita montevideano, Menestrelo I, cuyo reinado duró solo un año. Se produjo entonces el advenimiento de Traimán I, supuesto descendiente de un cacique araucano que, después de ser despojado de su herencia, se había radicado en nuestra ciudad.
Enfundado en una levita negra y luciendo en el pecho una infinidad de medallas de lata con las que acreditaba su noble linaje, recorría noche y día las calles montevideanas con un viejo portafolio bajo el brazo. En él guardaba los preciados títulos que finalmente, en medio de las bromas y de la chacota general, sólo lograría hacer valer, como Marqués de las Cabriolas, en el reino del revés.

🎞 Revista Mundo Uruguayo
Archivo Milita Alfaro
👀 Disponible en la colección: http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/48352