Al margen de los muchos factores que la explican, la novedosa transformación verificada en el carnaval montevideano de 1873 tuvo en Juan P. Goyeneche un protagonista clave. En efecto, en su calidad de Jefe Político y de Policía de Montevideo y secundado por varios miembros de las familias más influyentes de nuestra sociedad, Goyeneche fue promotor decisivo del ‘paseo de las comparsas’, lejano antecedente de nuestro actual desfile inaugural, celebrado por primera vez en aquel año bajo la bóveda de adornos que muestra el grabado reproducido más arriba.
Con un empeño inquebrantable, Goyeneche conformó las comisiones de vecinos encargados de la ornamentación de sus respectivas cuadras, designó a los responsables de las mismas, golpeó puerta a puerta en las casas de los remisos en colaborar, amplió las medidas destinadas a reprimir el juego con agua, organizó el desarrollo del evento en todos sus detalles ( 👉http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/48328) y dirigió las obras que engalanaron el trayecto del desfile, logrando un despliegue que, al decir de algún montevideano, convirtió a nuestra principal avenida en “un petit paraíso capaz de rivalizar en un todo con el Boulevard de los Italianos de París”.
Por cierto que tan febril actividad le valió algunos comentarios maliciosos como los que estampó un cronista en las páginas de El Negro Timoteo: “Cuéntanme que el coronel Goyeneche está completamente poseído, obsesionado u obseso por los espíritus malignos del carnaval. Sátiros, arlequines, polichinelas, faunos, bufones, todo ese conjunto de alegres figuras adornadas de cascabeles y rabos, bulle en su cabeza y le hace hervir los sesos”. Pero tales consideraciones y pullas responden a voces aisladas. La mayoría de los y las montevideanas ensalzó los desvelos de Goyeneche y le dedicó conceptos como estos: “(…) honor a su caballerosidad, justicia a su mérito y gracias mil por el gran bien que ha sabido conquistar (…) Merecería ese ciudadano que la población de Montevideo le erigiera un monumento que perpetuase su memoria”.
A falta de semejante homenaje, vayan estas líneas como forma de rescatar su nombre del olvido.

🎞 El Correo ilustrado, Montevideo, marzo de 1873
Archivo Milita Alfaro
👀 Disponible en la colección:
http://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/46563