En el carnaval de 1906, en el marco del violento debate que polarizó a la sociedad uruguaya en torno a uno de los proyectos más audaces del batllismo, un cúmulo de inofensivas serpentinas se transformó en hoguera mortal para cuatro jóvenes ocupantes de un carruaje femenino denominado Partidarias del Divorcio.
Por entonces, era habitual que manos anónimas arrojaran fósforos encendidos sobre las montañas de papel que cubrían calles y veredas. Sin embargo, más allá de intencionalidades y responsabilidades que nunca pudieron probarse, el gesto criminal que provocó aquella tragedia es inseparable de la insana virulencia de un contexto que derivó en una muerte horrible para cuatro chiquilinas que, en su afán de divertirse, consideraron ingenioso recurrir a un tema de candente actualidad.
Una de aquellas muchachas se llamaba Rosa Fussi Monti y al evocar su historia en una carta, su sobrino Luis Milano Fussi terminaba diciendo: “Quizás estas líneas mías de hoy sigan reclamando la justicia que se reclamó en aquel tiempo y que hasta el presente no ha sido cumplida”.
Cuando murió a consecuencia de las quemaduras sufridas, Rosa tenía 18 años y en el álbum funerario de su velatorio, uno de sus amigos -Teodoro López- escribió estos versos:
“Eras como una flor que marchitó el calor
Eras como una fuente que agotó el verano
Tus amigos buscarán la mano
Que agotó la fuente, que secó la flor”.
